Castilla-La Mancha alberga tesoros inimaginables. Es una región llena de historia, como bien lo demuestran los seis parques arqueológicos con los que cuenta: Segóbriga, en Saelices (Cuenca); Carranque, en la misma localidad (Toledo); Recópolis, en Zorita (Guadalajara); Alarcos, en Poblete (Ciudad Real); el Tolmo de Minateda, en Hellín (Albacete) y Libisosa, en Lezuza (Albacete). Visitar estos parques es una forma fascinante y atractiva de conocer cómo eran las sociedades que pasaron por cada uno de ellos y el legado que nos han dejado.
El yacimiento de Segóbriga constituye uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de la Meseta y es uno de los más importantes de época romana en España. Es excepcional por varias razones, subraya a InfoCLM la profesora de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid y directora científica del yacimiento arqueológico, Rosario Cebrián: “Su dilatada secuencia ocupacional ininterrumpida desde el siglo VI a.C. hasta su abandono definitivo a finales de la Edad Media. Su monumentalidad. En Segobriga están presentes todos los edificios públicos, referentes esenciales de la arquitectura romana, que han sido hallados bastante completos, convirtiéndose también en un yacimiento singular para el estudio de la urbanística romana, al no contar además con ninguna ciudad actual superpuesta. El estado de conservación de los espacios excavados lleva también a la legibilidad e inteligibilidad de los restos conservados por parte del visitante. Es excepcional el paisaje del entorno del yacimiento, que se ha mantenido prácticamente intacto desde época romana. Y, finalmente, es además uno de los yacimientos arqueológicos peninsulares con más larga tradición historiográfica desde que en 1523 el médico alcarreño Luis de Lucena se convirtió en el primer erudito que describió las ruinas de esta antigua ciudad”.
Fue en 1995 cuando la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha inició el proyecto de la Red de Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha y Segobriga fue elegido para formar parte de la misma. Los criterios de selección de los yacimientos arqueológicos que se integrarían en esta red incluían: conjuntos arqueológicos bien conservados, la presencia de bienes de interés cultural, así como la adecuación para su visita al público y haber sido objeto de campañas de excavaciones sistemáticas, programadas y financiadas por la Consejería de Cultura. Con el Decreto 99/2002, de 09-07-2002, de declaración del Parque Arqueológico de Segóbriga en Saelices (Cuenca) significó el punto de partida del proyecto turístico del yacimiento arqueológico, abriendo sus puertas al público un día después.
Parque Arqueológico de Segóbriga, Saelices
Comenzamos un viaje por la historia del Parque Arqueológico de Segóbriga. En el punto más meridional de la Celtiberia se sitúa Segobriga en un cerro, de nombre Cabeza de Griego, de 858 metros de altura y defendido por el río Gigüela. “A partir de un castrum de la Edad del Hierro surgió una ciudad romana en territorio celtibérico, cuya actividad económica principal estuvo ligada a las explotaciones del lapis specularis, un yeso traslúcido utilizado como cristal de ventana. Su privilegiado emplazamiento en el cruce de las vías terrestres que unían el valle del Ebro con la Bética y la Lusitania y el centro peninsular con los puertos valencianos y, sobre todo, con Carthago Nova la convirtieron en un importante centro del comercio con el Mediterráneo, a donde llegaron materiales y productos de distintas procedencias”, detalla a InfoCLM la profesora de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid y directora científica del yacimiento arqueológico, Rosario Cebrián.
Su nombre, Segobriga, recordaba su fundación mítica por un personaje llamado Sego, cuya memoria se había mantenido por tradición oral desde la fecha desconocida en la que se constituyó; además, subraya Cebrián que “será Plinio quien incluirá a Segobriga en sus listas de ciudades estipendiarias del conventus Carthaginensis, como caput Celtiberiae, junto con otras ciudades del sur de la Meseta y sureste peninsular”.
Hacia el 50 a.C. los segobrigenses enviaron una embajada a Roma con el fin de rendir homenaje y nombrar patrono a L. Livius L.f. Ocella, detalla Cebián, “el abuelo del futuro emperador Galba, y acuñó moneda con leyenda Segobris. Cuando la ciudad se convirtió en municipium romano ya contaba con una estructura urbana delimitada por una muralla, de trazado ortogonal y con una extensión de 10,5 ha. Varios barrios de viviendas, un templo y las termas del teatro formaron parte del tejido urbano inicial de Segobriga”, añadiendo que en época del emperador Augusto obtuvo su promoción jurídica y comenzó un programa de construcciones monumentales, “cuyo máximo exponente fue el forum o plaza pública. A finales del siglo I d.C. Segobriga había adquirido la imagen de una ciudad romana. Contaba con teatro, anfiteatro, unas nuevas termas, un edificio exclusivo para las transacciones comerciales y una gran plaza pública porticada en torno al viejo templo y había llevado a cabo importantes obras públicas, como la conducción de agua potable a través de un acueducto, la pavimentación de las calles y la instalación de fuentes, entre otras, que mejoraron la vida urbana. Con la construcción ex novo de un circo en la mitad del siglo II d.C. terminaba el programa de monumentalización reconocido en la ciudad por las excavaciones arqueológicas”.
La pérdida de poder del senado local –ordo decurionum– y el progresivo afianzamiento del cristianismo y su iglesia, especifica Cebrián, iniciaron el proceso de transformación hacia la ciudad tardoantigua a partir de los siglos IV y V d.C. “En época visigoda era todavía una ciudad importante como atestigua su carácter de sede episcopal con obispos que acudieron a los concilios de Toledo. A lo largo de la época islámica fue perdiendo paulatinamente importancia hasta convertirse en un centro rural dependiente de Uclés. En 1228 la antigua Segobriga, denominada ahora Cabeza de Griego, estaba aún habitada pues de esa fecha se conserva un documento que recoge la donación de parte del cerro a la Orden de Santiago”. Al final de la Edad Media, señala que se abandonó definitivamente, produciéndose el traslado de su población al nuevo núcleo de Sanfelices, actual Saelices.
Qué ver y qué visitar en el Parque Arqueológico de Segóbriga
Pero, ¿qué se puede ver y visitar en el Parque Arqueológico de Segóbriga? La entrada al Parque comienza en el Centro de Interpretación, se trata de un equipamiento museístico que cuenta con medios expositivos para facilitar al visitante la lectura e interpretación del yacimiento arqueológico.
“Su diseño reproduce el aspecto de una vivienda de las muchas villae que existieron en el territorio de Segobriga. Amplios espacios interiores, sencillos y diáfanos, con grandes ventanales o miradores del paisaje por los que se divisan campos de cultivo, suelos de cemento pulido y techos de madera”, detalla Cebrián. Una entrada en la que se sitúa además el espacio de recepción del visitante, con taquilla y tienda. Le sigue un vestíbulo, donde un mapa del Imperio Romano sitúa a Segobriga y unos paneles explican el origen y la historia de la ciudad. Desde aquí, se accede a la Sala de Audiovisuales o Sala Multiusos y a la Sala de Exposición Permanente. Un audiovisual, de 12 minutos de duración, explica la historia y los monumentos visitables de Segobriga, entremezclando imágenes reales con animaciones y reconstrucciones virtuales 3D, explica Cebrián que además se ofrece en castellano, inglés y está subtitulada para discapacitados auditivos.
Es más, los objetos arqueológicos expuestos en el Centro de Interpretación son originales, procedentes de las excavaciones realizadas en el yacimiento, entre los que destacan elementos arquitectónicos, esculturas e inscripciones, monedas, cerámicas y objetos metálicos, aportando con ellos información de cómo fue la vida pública y privada cotidiana de los segobrigenses.
El punto de inicio de la visita al conjunto arqueológico es el gran porche cubierto situado a la salida del Centro de Interpretación. En la actualidad, la visita al Parque Arqueológico se divide entre lo que denominan monumentos del exterior de la ciudad (acueducto y necrópolis) y la propia ciudad de Segobriga. Se trata de un itinerario interpretativo por el Parque en el que se incluye la visita a 16 edificios y puntos de interés a través de una ruta circular que se realiza en unas dos horas. Un Parque que recibe al año en torno a los 50.000 visitantes.
Entre los edificios que se visitan, destaca Cebrián, se encuentran los tres para espectáculos del mundo romano, teatro, anfiteatro y circo, el foro o plaza pública, dos conjuntos termales, y varias viviendas. Además de sus murallas y las puertas de entrada o salida de la ciudad, “que permite conocer a fondo cómo era la vida pública y privada en esta pequeña ciudad romana en territorio celtibérico».
Excavaciones en el yacimiento
En cuanto a las primeras excavaciones que se llevaron a cabo en la ciudad datan de finales del siglo XVIII, “en el lugar donde se había encontrado de forma casual los fragmentos de la lápida del obispo Sefronio en 1760”, aquellas excavaciones, cita Cebrián, “aportaron el descubrimiento de la denominada basílica visigoda. La actividad arqueológica en la centuria siguiente prosiguió en el anfiteatro en el invierno de 1804 y a finales del siglo XIX, de la mano de Román García Soria y Pelayo Quintero. Estas excavaciones dejaron al descubierto gran parte de la estructura norte de la gradería norte y el sector más oriental de la sur”.
Aunque en la década de los años 50 del siglo XX hubo unas campañas de excavaciones previas en el anfiteatro, es a partir de 1961 cuando, especifica Cebrián, “el arqueólogo Martín Almagro Basch comenzó a ocuparse del yacimiento arqueológico al que debemos que pusiese las bases, con gran visión de futuro, para su estudio y valoración cultural. Lo hizo con el apoyo del conquense Francisco Suay y juntos colaboraron además en la creación del Museo Arqueológico de Cuenca en 1963”. La excavación y restauración de los principales monumentos de la ciudad romana, el teatro y el anfiteatro, fue en dicha época.
La difusión científica y social de los hallazgos en Segobriga continuó a partir de los años 90 del siglo XX con el trabajo de Martín Almagro-Gorbea y Juan Manuel Abascal, a los que se unió más tarde Rosario Cebrián. De forma continuada entre 1995-2010 se trabajó en campañas de excavaciones anuales, de 4/6 meses y una media de 30 peones, que permitió la exhumación de los edificios y construcciones que hoy son visibles tanto en el interior del recinto amurallado como en el espacio extramuros. Y es que cita Cebrián que gran parte de esta investigación fue financiada por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Servicio Público de Empleo de Castilla-La Mancha, que “aportó un sinfín de datos para el conocimiento del enclave, que han sido dados a conocer en numerosas publicaciones”.
Dichas excavaciones terminaron a partir de 2011 y la investigación continúa desde entonces con campañas en verano en las que participan alumnos de distintas universidades, “con un enfoque distinto, dadas las limitaciones presupuestarias, de aprendizaje de la Arqueología, con la finalidad de que se familiaricen con las técnicas de excavación y documentación arqueológica”, subraya Cebrián.
Las campañas de excavación que dirige la profesora de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid y directora científica del yacimiento arqueológico, Rosario Cebrián, desde 2016 se llevan a cabo en la vía sepulcral septentrional de Segobriga, donde se han descubierto cinco monumentos funerarios, que forman una primera fachada en el lado oriental del camino, a la que sigue una segunda línea con, al menos, otro monumento situado detrás de aquellos, que fue excavado en 2020 pero de manera parcial.
“Con seguridad, fueron pagados por las clases sociales elevadas como forma de autorrepresentación y ostentación, construyendo para ello monumentos funerarios, que destacaron no solo por su ubicación y dimensiones sino también por su singularidad y aparato decorativo, del que dan cuenta los hallazgos materiales durante el proceso de excavación. La mejor conservación en alzado de algunos de estos monumentos ha permitido documentar las fosas de cremación y los restos de los banquetes funerarios”, puntualiza Cebrián. Las excavaciones se iniciarán un año más en el mes de julio.
De las 10,5 hectáreas que tiene la ciudad romana, la ciudad amurallada, solo se han excavado dos por lo que todavía quedan por descubrir edificios públicos, como el mercado, templos o gran parte de las viviendas, de la gente que vivía en la ciudad. Un viaje apasionante por el Parque Arqueológico de Segóbriga, en Saelices (Cuenca), del que seguro no dejará indiferente al visitante.