Descubrir los restos de una villa romana y viajar en el tiempo para conocer cómo era la vida de la época es posible en la provincia de Toledo. La villa romana de ‘Santa María de Abajo’ de la localidad toledana de Carranque cuenta desde 1989 con el reconocimiento como Bien de Interés Cultural, con categoría de zona arqueológica, siendo el yacimiento declarado Parque Arqueológico en 2001 por la Ley 4/2001 de 10 de mayo.
El Parque Arqueológico de Carranque forma parte de la la Red de Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha junto a El Tolmo de Minateda, en Hellín (Albacete); Recópolis, en Zorita (Guadalajara); Alarcos, en Poblete (Ciudad Real); Segóbriga, en Saelices (Cuenca) y Libisosa, en Lezuza (Albacete).
Descubrimiento fortuito
El yacimiento se descubrió de manera fortuita en 1983 “a causa de labores agrícolas que sacaron a la luz un mosaico (es la forma en la que se descubrieron la mayor parte de las villas romanas de Hispania desde el siglo XIX y fundamentalmente durante el XX con la generalización de los tractores)”, desgrana Virginia García-Entero, directora científica del yacimiento, a InfoCLM. Las excavaciones en el yacimiento comenzaron en 1985 y de manera sistemática desde 1986, manteniéndose de forma ininterrumpida hasta 2010. La investigación del yacimiento ha tenido dos etapas; la primera desarrollada desde 1986 hasta 2003 -bajo la dirección científica de Fdez.-Galiano- y desde 2004 hasta ahora bajo la dirección científica de Virginia García-Entero.
Un Parque que finalmente abría sus puertas en 2003. Se trata de “un importante enclave ubicado a orillas del río Guadarrama y en una importante encrucijada de caminos que comunicaban las dos mesetas (norte/sur y viceversa) y permitían también comunicaciones oeste/este y viceversa. Es esta ubicación una de las principales razones del «florecimiento» del enclave desde época tardorromana”, puntualiza García-Entero. El enclave surge como una explotación agropecuaria -villa romana- de la cuenca media del Tajo. “Las evidencias arqueológicas (monedas y cerámicas) nos permiten proponer que esta primera villa debió instalarse ya en el siglo I d.C. aunque las evidencias estructurales (muros, edificios, etc.) pertenecen a fases posteriores, del siglo III en adelante”, señala García-Entero además que la investigación que desarrollan en los últimos años (desde 2008 hasta ahora) “nos permite conocer no solo la larga secuencia de ocupación de este yacimiento (desde el siglo III hasta el siglo XIX) sino también conocer la orientación productiva de esta villa”.
Casa de Materno
Es especialmente destacada la activa actividad constructiva detectada en la villa romana desde el siglo IV d.C. “Desde principios de ese siglo existe un complejo productivo dedicado a la elaboración de aceite (almazara o torcularium en latín) y vino (bodega) que estaba situado al sur de la Casa de Materno. Es no obstante a finales del siglo IV d.C. cuando el yacimiento es objeto de una gran remodelación que afecta a todo el enclave anterior. Así, en ese momento se reforma por completo el sector productivo ampliándose las estructuras destinadas a la elaboración de aceite (teniendo más capacidad productiva) e inutilizándose las estructuras de la fase previa vinculadas con la fabricación de vino. El protagonista de esta gran reforma es Materno del que conocemos su nombre en un epígrafe de uno de los mosaicos de su casa. Ésta es también profundamente transformada para poder adecuar la vivienda a las necesidades de la élite social tardorromana que requería estancias de aparato para la recepción de invitados, clientes y amigos y para poder mostrar su elevada posición social y económica. La planta de esta renovada vivienda de 1.200 metros cuadrados, así lo muestra, con habitaciones tan destacadas como el comedor (en la crujía norte) o el salón de recepción (en la crujía oeste). A la propia planta de la vivienda, se sumaba el programa decorativo conformado por unos mosaicos que solaron el 60% de los suelos de la vivienda muy bien conservados y la pintura mural apenas conservada pero que conocemos gracias al estudio que hemos realizado en los últimos tiempos y basada fundamentalmente en la imitación de placas de mármoles”, explica García-Entero.
En este mismo momento de finales del siglo IV d.C. se construye, a 70 metros al norte de la Casa de Materno, un edificio funerario que “albergó los sarcófagos marmóreos que acogieron los restos de la familia” y de los que conocen a través de decenas de fragmentos, cita García que incluso saben la procedencia de los mármoles con los que se hicieron “Isla de Paros (Grecia), Proconesio (Turquía) y Estremoz (Portugal)”.
Edificio palacial
También de finales del siglo IV es la construcción del edificio palacial que “es el edificio verdaderamente importante de Carranque y que hace del enclave un unicum en el mundo romano occidental”, se trata cita García-Entero de un edificio civil de representación “concebido como gesto de poder del propietario para mostrar su poder y estatus. En este caso se trata de una construcción de magnífica calidad (más de 2 metros de profundidad en sus cimentaciones), concebido con un marcado carácter axial que debía concebir al visitante hacia el bloque norte donde se halla la gran sala de recepción. A través del estudio que hemos realizado del edificio sabemos que se debieron llevar a cabo ceremoniales a imitación de la corte imperial y destinados a mostrar la importancia del propietario. El edificio es importante por el impresionante programa decorativo basado en esta ocasión en revestimientos marmóreos. Paredes y suelos estuvieron revestidos por toneladas de mármoles, calizas, granitos, pórfidos (marmora en latín) procedentes de las principales canteras de todo el mundo mediterráneo: Egipto, Turquía, Grecia, Túnez e Hispania. Se trata del conjunto de marmora más destacado (por variedad de materiales (más de 40) y cantidad (hemos podido estudiar en los últimos años más de 60.000 piezas) de todo el occidente del Mediterráneo”.
Es este edificio el que acoge las ocupaciones posteriores. “En ruina desde mediados del siglo V d.C., este antiguo edificio será el cobijo para ocupaciones posteriores en época visigoda (se instala aquí una población que hace una necrópolis de más de 100 tumbas documentadas organizada en torno a una iglesia), en época andalusí (conocemos más de 40 silos y un pozo de captación de agua del nivel freático que parecen confirmar que se trata de una zona de explotación agrícola), medieval cristiana (desde el siglo XI sabemos que se instala aquí también la iglesia de Santa María en torno a la cual surgió un monasterio). Ya en el siglo XVI las ruinas del antiguo edificio tardorromano aún fueron reutilizadas por una ermita rural mencionada en las relaciones topográficas de Felipe II”, desgrana la directora científica. Las últimas evidencias de ocupación de las que tienen constancia a través de los trabajos arqueológicos que han desarrollado en los últimos años “pueden datarse a mediados del siglo XIX cuando el lienzo del palacio del IV todavía sirvió de cobijo a ocupación marginal. Después de este momento, sabemos que todo el enclave fueron campos de labor que se labraron hasta que en 1983 se descubrió uno de los mosaicos y se iniciaron los trabajos arqueológicos”, explica la directora científica.
Trabajos arqueológicos en la actualidad
Tras algunas actuaciones de excavación puntuales que pudieron desarrollar desde 2008 a 2010, desde hace unos años el Equipo científico está dedicado al estudio de varios aspectos “la secuencia de ocupación, el torcularium, la necrópolis visigoda y el estudio de todo el material arqueológico que fue documentado hasta 2003 y que no había sido estudiado”, puntualiza García-Entero. Así han dedicado especial atención, “al estudio de los marmora (más de 60.000 piezas) y de la cerámica, instrumento esencial en los estudios arqueológicos. Los dos últimos años estamos estudiando la cerámica recuperada, habiendo analizado hasta ahora más de 120.000 fragmentos. Nos hemos ocupado principalmente de la cerámica romana, visigoda y andalusí, pero pretendemos poder completar el estudio con la cerámica medieval cristiana y moderna también abundante. Todos los estudios que hacemos están apoyados en un protocolo de análisis arqueométricos muy destacado que nos permite saber mucha información sobre el origen de los marmora, la composición de las pastas de las cerámicas (y por tanto lugar de procedencia: no solo de Hispania sino también del Norte de África o Palestina, por ejemplo, para el caso de las ánforas), el contenido de las ánforas (aceite), la composición de la cabaña ganadera a lo largo del tiempo (este estudio arqueofaunístico nos ha permitido confirmar, por ejemplo, que con la llegada de los árabes se desploma el consumo de cerdo, siguiendo, así las prescripciones religiosas), el tipo de cultivos, las dataciones de los muertos de la necrópolis visigoda, etc…”.
Un yacimiento del que destaca su directora científica, sin duda, “el edificio palacial y su decoración marmórea, la larga secuencia de ocupación (desde el siglo I al XIX) y el amplio protocolo de análisis que venimos desarrollando y que ha ampliado de forma muy notable la información que tenemos sobre diversos aspectos”.
El Parque Arqueológico de Carranque está dotado de las infraestructuras necesarias para que los visitantes disfruten de un placentero recorrido por el yacimiento, poder viajar en el tiempo, descubrir los restos de una villa romana así como la espectacular colección de mosaicos -que recrea, la gran mayoría, temas mitológicos- siendo una de las joyas arqueológicas de Castilla-La Mancha.